Meditación: Un tiempo de estar en Silencio

Cuando comienzas a meditar comienzas a entender que solo en ti está la clave para estar en Paz.

Nada ni nadie te puede dar felicidad. La verdadera felicidad esta en ti y solo en ti. Y es aquí donde comienza realmente el proceso de encontrarte contigo y por fin amarte, aceptarte, y darte todo lo que hasta ahora buscabas fuera.

La práctica diaria de la meditación te va a proporcionar una nueva visión de ti mismo. Si te sientas todos los días a te, a sentirte, a pesar de tus pensamientos, a pesar de tu mente, un día se creara un espacio de observación donde tu mente ya no será la que dirija tu vida.

Cuando tomas conciencia de que eres algo más que lo que piensas, y te conviertes en observador de ti mismo, la perspectiva cambia. No se trata de luchar contra tu mente se trata más bien de observarla sin más, sin lucha, sin expectativa, sin objetivo. Y desde ese punto respirarte. Una nueva conciencia de ti mismo aparecerá y se iniciara el camino hacia la verdadera felicidad: tú mismo.

Los criterios principales para encontrar una postura para la meditación es que el cuerpo debe estar sujeto a la menor tensión muscular posible, y que la postura promueva un estado mental alerta pero relajado.

Teniendo esto en cuenta, no existe restricción alguna para encontrar la postura adecuada. Si tienes alguna condición física o dolor crónico es importante adaptarte creativamente: ser sensible a tu cuerpo y experimentar hasta que encuentres una postura que propicie la meditación.

Para algunos esto implicará recostarse, para otros sentarse en una silla y algunos más encontrarán más cómodo sentarse de rodillas sobre el piso.

En ocasiones puede ser necesario alterar tu postura durante una sesión de meditación, especialmente si tienes una condición en la que requieras moverte constantemente. Pero si te mueves, intenta incluir esto en tu meditación, moviéndote lo más suave y atentamente posible.

 

Como colocarse a meditar

postura meditar

  1. Colócate en una postura en la que te sientas cómodo.
  2. Comprueba la altura del cojín.
    ¿Estas inclinando o arqueando la espalda? Haz los ajustes que sean necesarios.
  3. Las manos necesitan estar apoyadas, ya sea sobre un cojín o en sobre el regazo, para que los brazos puedan descargar su peso.
  4. Los hombros necesitan estar relajados y ligeramente hacia atrás y hacia abajo. Mover la cabeza hacia delante y atrás, hacia la izquierda y la derecha para encontrar el punto de equilibrio en la parte superior de la columna.
  5. Respira profundamente. Conserva la sensación de elevación y apertura mientras exhalas, relajando los músculos del pecho y la espalda. Repítelo tres veces.
  6. Mueve la pelvis suave mente de un lado a otro hasta que consigas una sensación general de serenidad y equilibrio.
  7. Repetir la secuencia de nuevo, haciendo ligeros ajustes.